Una de las principales ciudades del país con más de dos millones y medio de habitantes, Isfahan posee un centro histórico rico en monumentos, jardines y avenidas. Su origen como puesto militar y bastión se remonta al periodo del primer Imperio persa Aquemenida. Desde el 2500 a. C los ejércitos solían reunirse en este lugar. Como Shiraz, Isfahán ocupa una gran llanura, más bien un altiplano ya que la altitud media de la ciudad supera los 1500 metros. De un lado está la cadena montañosa de los Zagros dónde nieva en invierno, y del otro el desierto. Isfahán en el centro del actual Irán se desarrolla junto al río Zayandehrud, en el siglo VII tras la conquista islámica sobre asentamientos previos. Capital de la Persia de los saváfidas entre 1597 y 1722 al ser conquistada por tribus afganas. Hoy es la tercera ciudad del país en población tras Teherán y Mashhad. Se trata de un centro económico con una importante industria civil y militar, así como grandes zonas de cultivo. La existencia de acuíferos bien repletos y el calor de un clima semiárido permiten buenas cosechas. La artesanía es otro de los elementos que destacan en Isfaján.
Isfahán nos traslada al pasado donde el oriente se parecía a los sueños, donde las especias y los olores frutales refrescaban palacios y caravanserais en viajes que unían oriente y occidente. Hoy la ciudad mira hacia el futuro impulsada por una generación de jóvenes que buscan abrir Irán y recupera parte de su esplendor.
Qué ver, qué hacer en Isfahán.
Patrimonio.
El casco antiguo está dividido en dos partes, una del siglo XVI y XVII, y otra más antigua y peor conservada del VIII y XII. Su época de máximo esplendor fue el primer cuarto del siglo XVII durante el reinado del Sha Abbas I de la época saváfida. Buena parte de los principales monumentos fueron construidos o engrandecidos en ese momento.
Sin duda hay que visitar la gran plaza de Naghsh-i Jahan o Meidan Emam es uno de los monumentos más importantes y famosos de todo el país. Rodeada por los edificios más importantes que representaban el poder en la ciudad, fue el centro comercial, político y religioso de Isfahán. Hoy es, sobre todo, un lugar de paseo, de visita y de encuentro. En los laterales de la plaza la mezquita del Shah o del viernes y de Sheikh-Lotfollah (Jeque Lutfullah), así como algunos palacios espectaculares, como el de Ali Qapu y la entrada al Gran Bazar. El conjunto compone un impresionante monumento que pertenece al patrimonio de la UNESCO desde 1979. Las dimensiones son extraordinarias, midiendo 560 m de largo y 160 de ancho, con una superficie de casi 90.000 m2, o el equivalente ¡de 10 campos de fútbol!
Otros monumentos para visitar son la mezquita del Viernes; la mezquita Alí; el Minarete basculante; la mezquita central; la mezquita de Lonban o la catedral Vank. En definitiva pasear por el tranquilo y animado cenrto de Isfahán es obligatorio.
Su zoco o Gran Bazar es también inmenso. En él podemos encontrar todos los productos que quizá Marco Polo degustó, frutos secos, helados, especias. O perdernos en sus tiendas de tapices, marroquinería, joyas, odornos y productos variados, si tenemos tiempo, allí no nos aburriremos.
Los Puentes de Isfahán.
Son a menudo la imagen simbólica de la ciudad, junto a la inmensa plaza de Naghsh-i Jahan. El río Zayandeh rud (el que sa la vida) es como su nombre indica la razón de la existencia de la ciudad de Isfahán. Gracias a sus aguas y los acuíferos la agricultura y el comercio se desarrollaron en la zona. Su famosos puentes saltan en estos años el cauce de un río seco debido a la sequía que se prevé que dure 30 años. El río sólo lleva agua de noviembre a marzo. Los puentes más importantes son el de Shahrestan, Maarnaan, el Pont Joui y los dos más espectaculares y famosos el puente de Si-o-se Pol y el puente de Khajou.
El puente de Si-o-se Pol fue construido en 1608 en el apogeo de la dinastía Saváfida por orden del ministro reformador de Shah Abbas I, Allahverdi Khan. El de Khajou se construyó un poco más tarde en torno a 1650, mide 133 metros de largo. Ambos están concebidos con dos niveles, el más bajo accesible cuando no hay agua en el río. El de Khajou tiene una estancia en el centro del puente donde el Shah podía contemplar el río. Hoy son lugares de reunión y diversión, sobre todo a la caóda de la tarde cuando iluminados congregan a gente que canta, pasea o se enamora.
Edificios civiles.
La ciudad cuenta también con muchos edificios civiles, palacios, caravanserais y antiguos depósitos de mercancías que poco a poco se van restaurando. Algunos se convierten en tiendas, otros en hoteles, con lo que Isfahán es una de las ciudades con más hoteles de Irán.
Entre los palacios destacamos el de Hasht Behesht y el Palacio Real de Chehel Sotoun (Palacio de las 40 columnas) del siglo XVII construido por Abbas II.
De compras.
El bazar de isfahán rodea la gran plaza de Naghsh-i Jahan tiene zonas de tiendas donde ver y adquirir la impresionante artesanía de la región de Isfahán. Tapices y alfombras, marroquinería, objetos de metal esmaltados, collares, pendientes y adornos de cobre, especias, frutos secos son algunos de los productos que se pueden comprar en la zona. Los pistachos son muy reputados en todo Irán, los encontrará aquí también, pero lo que más destaca es el azafrán, producto necesario para todas las recetas.
Cómo llegar.
En autobús.
Isfahán se encuentra en el centro de Irán. A unos 450 km de Teherán y 480 de Shiraz, se haya en mitad de la mitad de los recorridos más habituales. A menos de 5 horas de Teherán y 5 horas y media de Shiraz, podemos llegara Isfahán en autobús, el medio de transporte más habitual en Irán. Los autobuses son bastante buenos y baratos por lo que éste será nuestro medio de transporte si no queremos gastar.
En avión.
Los vuelos internos no son demasiado caros en Irán y nos facilitarán el viaje. Una alternativa magnífica.
Cómo moverse.
Como en el caso de Shiraz o Teherán, las distancias dentro de la ciudad son grandes y el tráfico animado… Por ello lo más recomendable es alojarse en un hotel céntrico.
Cerca de Isfahán.
A unas dos horas al norte, en las montañas se encuentra el oasis y el pueblecito de Abyaneh, muy pintoresco con sus casas de adobe rojo construidas en una ladera de las montañas. Varios monumentos y el folklore de pueblo hacen interesante la visita.